Reseña

El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la vida. Afecta cómo
una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende (MedlinePlus, 2020). Por la misma naturaleza de la condición, el cuidado
que requiere un niño autista es muy exigente para su familia. Los padres están expuestos a múltiples desafíos, que tienen un impacto fuerte
en la familia a nivel emocional, económico y cultural (Oliver, 26 de octubre de 2017). Es importante recordar que una familia es una unidad de apoyo social en funcionamiento único, compuesta por diferentes miembros, cada uno con características individuales (Doble Equipo, 2016); pero más allá de la suma de idiosincrasias, se trata de un grupo de personas que se influyen mutuamente. Por las mismas relaciones interpersonales que existen, el diagnóstico puede generar una herida narcisista en los padres que conlleve pérdida de autoestima, poco apoyo de parte de otros familiares, aumento de culpabilidad que termina dañando la relación de los progenitores o daños a otros hijos/
hermanos.