Reseña

ESPACIO EN EL OLEAJE

Espacio en el oleaje es un poema en tres estancias, es un libro lleno de mar y sus conjugaciones: peces, pájaros y otros seres, tormenta y salinidad lamiendo las piedras y las heridas, el misterio y las ideas, la royección de la vida en las arenas y la pulsante muerte bajo el sol.
En esta primera obra que publica Carlos Rodríguez, su voz nos conduce hacia la dualidad de la ribera, expresando un amanecer de contradicciones. El poeta descalzo, pez o pájaro, camina irremediablemente por los laberintos de sal y dolor, va al encuentro del rumor, ese murmullo de reminiscencias de memoria fraccionada. En la repunta, cae en la contradicción de las olas, porque somos y no somos, vivimos muriendo y la muerte nos vive. En esa amplitud del mar, preciosa soledad donde todo es extensión que parece interminable, el lugar es propicio para ahondar en las preguntas, y para encontrar una caracola hay que ir paciente por los cuatro rumbos. No importa
que la noche no acabe, porque al bajar la marea, alguna estrella habrá ya en nuestro trasmallo. El viento amaina, pero el recelo de las olas sigue ahí. Tomando posesión de la revuelta, un animal
crispado y verde-azul, el poeta protege a diente y ala su piedra, símbolo de permanencia, oculta bajo el agua y entre arrecifes, pero sin salar sus intersticios, resistiendo a la embestida, dócil frente a las gubias de ixcanal con las que el artista la graba religiosamente. Y el viejo mar, de erógena musculatura que todo se traga, cederá una vez más a los encantos de la luna, y entonces la luz descubrirá la piedra con todo el testimonio de su viaje.