El amargo sonido de la lluvia
Gabriel Quintanilla, con su poesía va a lo esencial, se deshace en su letra de elementos que no son útiles para dar en el golpe exacto de su mensaje. Como ejemplo evoca la soledad como “una sombra que se puede diluir con un café” o como “un domingo asfixiante que se queda una eternidad”; en estos versos sin tanta retorica nos habla del
tedio de sentirnos solos sabiendo que ya estuvimos con aquella persona que nos hacia la vida más simple y que por cualquier razón ya no está con nosotros.