Reseña

Cuando me pidieron prologar una obra que atesora la vida del Ing. José Luis Guillén Henríquez, no puedo negar que me sentí alagada, había recibido una solicitud tal vez inmerecida, pero acepté, porque admiro al
profesional, esposo y padre que es este orgullo de la Educación Superior salvadoreña, aunque debo confesar que no creí que disfrutaría cada línea de la obra como lo he hecho José Luis prometió contarnos su vida y, en lugar de eso, construyó un pedestal de papel para encumbrar a su madre, que tal vez merezca mucho más, por el ser sumamente especial que llegó a ser a partir de la injusticia y el dolor que marcaron su vida, pero sobre todo, por el altruismo que demostró en la defensa de un niño desprotegido por todos los que debieron amarlo, y porque supo esculpir, con el cincel maravilloso de la pedagogía intuitiva, un hombre en todo el sentido de la palabra, a partir del maltrecho material que le entregaron: un bebé a punto de morir por el descuido y la desidia de los adultos, como hay tantos en este mundo . La Fé en Dios que emana de cada párrafo, no es ciega, está probada en cada pasaje que nos narra, se aferró a Él, le compartió sus anhelos, sus aspiraciones más sentidas y no esperó sentado por sus dádivas, así que fue recompensado con el premio a los justos, a los que luchan por lo que desean alcanzar y no se ocultan tras los vicios o el ocio, o andan llorando su mala suerte. Hay anécdotas que faltan en este libro, porque su vida continúa y quienes tenemos la suerte de conocerlo, sabemos de sus logros de hoy, de sus nuevas metas profesionales y humanas y nos alegramos mucho de formar parte del círculo de personas que reciben de algún modo su influencia benéfica.
No obstante, esta es una lectura imprescindible para quienes flaquean de algún modo ante las pruebas que la vida nos pone delante, para los jóvenes que dudan qué rumbo tomar ante una bifurcación del camino y
para cada estudiante que cree que no podrá con una asignatura porque le falta tiempo o condiciones materiales para dedicarse al estudio.
Gracias José Luis por este regalo, ojalá sea suficientemente valorado por quienes lo reciban, sin duda no hay gema o metal precioso que pueda comparársele porque es el sudor, la sangre, el dolor humano, y al mismo
tiempo el optimismo, hechos letra. Muchas gracias también por la confianza, ojalá que mi prólogo esté a la altura de la obra