Después que muera
poesía y prosa selectas
Una severa pregunta: ¿Le hemos hecho justicia a Juan Ramón Molina en más de cien años o somos el águila que le roe el hígado cada mañana (en nuestro caso un hígado supuestamente saturado de alcohol) como le sucedió al mítico Prometeo? Decimos supuestamente porque no hay pruebas concretas de dicho alcoholismo. Sin embargo, su impecable obra, vasta para su corta edad, pues murió a los treinta y tres años, exhorta a pensar que era un incansable forjador de letras con poco tiempo para la total entrega a la dipsomanía.