El nicaragüense
¿Sería el nicaragüense un hombre dividido por la duda? ¿Un indeciso? Porque en el “du” de la duda reside el mismo dos de la dualidad, –dice Ortega y Gasset–. ¿Estaríamos siempre –empujados por ese destino– afrontando disyuntivas desgarradoras? ¿O es el nicaragüense la fusión de antagonismos, la unificación de contrastes? [...] Somos un país de solo dos estaciones: invierno –reino del fango– y verano –reino del polvo–. Escenario dual que se agrava por un paisaje de lagos y volcanes. Pero ya
Rubén llamó “armonía áspera” a esta fusión antagónica del ardor potente de nuestras tierras con la serena placidez de nuestras aguas.