Reseña

Sé que es fastidioso levantarse de una suave cama para irse a levantar un par de mancuernas y sudar al son del calor y exponerse a la posibilidad de lesionarse un músculo o tendón. No obstante, sepa que el evitar exponerse a dicho riesgo no significa que esté eliminando el riesgo de generar enfermedades cardiovasculares o de aproximarse a algún tipo de obesidad que tarde o temprano va a mermar su cuerpo
y mente. Conozco de primera mano el tedio que implica ponerse a lavar un lavamanos y posteriormente un excusado, nadie quiere ver la suciedad ni mucho menos olerla o tocarla. Pero, conozco también de primera mano la satisfacción que se experimenta el ver ante mis ojos un baño pulcro que desprende buen aroma y que inspira confort. Personalmente encuentro odioso tener que podar el césped de mi casa con cierta frecuencia, es algo que puedo evitarme dándole un par
de dólares a un jardinero o a cualquiera que desee ganarse un almuerzo, tengo suficiente condición económica para hacerlo, pero en todo caso decido hacerlo con mis propias manos porque sé que el placer de ver un jardín estético supera sin margen de dudas a uno desaliñado que sirve como nido para bichos raros. Sobre todo, es gratificante porque fue producto de mi creatividad y esfuerzo, algo que suma puntos a mi amor
propio y demostrarme con un sencillo gesto que puedo ser un hombre de fuerte carácter y servir de ejemplo a los demás. Ha quedado claro que la pereza, al igual que cualquier otro factor psicológico, no puede «eliminarse». No existen garantías en el mundo salvo la muerte. Las fórmulas mágicas del éxito, los gurúes de la felicidad perpetua y cualesquiera otras variantes de atajos hacia el bienestar son siempre
productos charlatanes que no debemos comprar. Mi estimado lector: solo nos queda tener claros propósitos para nuestras vidas y comprometernos con nuestros proyectos, pero fundamentalmente con aquel proyecto más preciado y que realmente vale la pena tener entre todos: el proyecto de ser uno mismo.