Reseña

Ese mediodía, esa tarde marchita, estalla en los oídos de Gabriel, es
insoportable, y entonces, aparece, la única tabla de salvación que conoce, la poesía.
En breves poemas, como vagones de un tren interminable, Gabriel nos dice: “Odio este domingo porque no cabe en esos perros/ porque no cabe en esos gatos/ porque no se va con esa luna/ porque siempre te deja en esta casa” (Fragmento de I: Odio).
Esta es una poesía desde la franqueza y la sencillez, de ninguna manera su lenguaje se apoya en complicados y fatuos edificios verbales, que no dicen nada. Al contrario, es una poesía dolida, del desamor, de la desolación, que se vale de la gran metáfora simbólica del domingo, como expresión del tormento interno, que sólo se vuelve decible mediante el milagro poético. La reiteración, se convierte, en esta poesía, en un eficaz recurso técnico que nunca se agota. El domingo está ahí, una y otra vez; sin que pierda nunca su fuerza inicial. Y es que nos encontramos frente a una voz sostenida, a lo largo de todo el texto. En realidad, un solo poema, confeccionado de cabo a rabo, que no evidencia caída alguna.