Reseña

El cielo como estaño, de Rito Ramón Aroche, continúa la saga poética en la que este autor está inmerso hace ya mucho tiempo, fiel a su manera inconfundible de fabular. El conocido metal es resistente a la corrosión, ¿acaso el poeta propone recubrir el cielo con estaño para protegerlo de la desidia humana? De nuevo “lo real” es objeto de un proceso intelectivo de fragmentación. El lector tendrá que reconstruir en su mente lo que Rito le va mostrando con imágenes escurridizas, pero a la vez de una gravedad y coherencia extraordinarias. Nada es casual o improvisado en estos poemas que a simple vista parecen apuntes, notas tomadas al vuelo. Asociaciones de gran calado, sinuosidades del mirar atento, planos imprevistos o más bien ignorados, perspicacias casi
susurradas, sin aspavientos, colmadas de alusiones subrepticias de
orden filosófico, cultural y también popular («Ya el ratón está
comiendo plátano verde»), abundan en este cuaderno que incita
al descubrimiento lírico de la realidad, donde además sobresale
el afán por la “palabra exacta”, cincelada, que sostiene la eficacia
del verso. No suele afirmar, pero sus preguntas intranquilizan
y nos empujan a una zona de reflexión que se extiende más allá
del texto. Lo que los científicos denominan “grito del estaño”,
EL CIELO COMO ESTAÑO
no es otra cosa que el sonido que produce una barra del metal al doblarse. Tal vez El cielo como estaño nos hable del grito del cielo o del hombre que no cesa de preguntarse cómo vivir bajo la infinitud agujereada.