Sobreviviente de las bestias
La autora nos revela a través de sus versos sus aciertos, sus vicisitudes en el amor. Nos recrea esa complicidad que se da entre la poeta y la palabra que nombra ese mundo familiar a veces distante: “Recordé el naranjo florecido y oloroso, el árbol de gila botando sus flores”.
Nos habla de un amor de encuentros, de despedidas, del amante ausente: “Mi corazón se ha quedado tácito en la tristeza. Un hogar sin fuente ni chispa que mañana se invente un carrusel, un punto distinto…”. Su poesía lírica nos envuelve en ese sentimiento de entrega, del eros haciéndose presente de una forma no idealizada sino real y cotidiana para muchas mujeres que viven en una sociedad patriarcal en la que el hombre aún mantiene su rol prevaleciente como el amante fugaz, como el padre ausente, ya sea emocional o físicamente.
El nombre de su poemario: “Sobreviviente de las bestias” desde ya nos revela su temática de reconocerse como una sobreviviente al desamor, de una mujer que ha salido de ese naufragio talvez no ilesa, pero sí con la valentía de expresarlo a través de una poesía diáfana, convirtiendo su dolor en esperanza, en coraje de la nueva mujer que hoy escribe y nos cuenta su historia, para que otras sepan que se puede salir del desamor, que se puede trastocar en algo bello y comunicable. “Hoy lloré de alegría.