El SalvadorEl Salvador
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ISBN 978-99923-30-94-4

Memorias Luis Alonso Aparicio 1918-2017

Colaborador:González Huguet, Carmen (Compilador)
Editorial:Universidad Pedagógica de El Salvador
Materia:Biografía Personas en ciencias sociales
Público objetivo:General
Publicado:2022-06-30
Número de edición:1
Tamaño:8.14Mb
Soporte:Digital
Formato:Pdf (.pdf)
Idioma:Español

Reseña

Asomarse a una vida humana es contemplar un misterio indescifrable e inasible. Y si esa persona ya falleció, con mayor razón resulta un enigma, para cada uno de nosotros, tratar de comprender cómo era esta persona, qué pensó, qué sintió en cada recodo de su existencia, cuál era el norte de su vida, a qué propósito decidió dedicar su trabajo, sus anhelos, su existencia toda. Algo de lo que la persona fue pervive en sus hechos. Luis Alonso Aparicio Osegueda deja a su país y a sus descendientes un legado enorme que deben intentar descifrar y completar. Fue un ser humano cuya vida entera estuvo consagrada a la educación, en la que creía firmemente como respuesta a los grandes retos de la sociedad que lo vio nacer. En 1808, trece años antes de la Independencia, en El Salvador solo existían 86 escuelas y 88 maestros en un país de 165 mil habitantes. Esta situación había sido mucho peor, como lo constató Pedro Cortés y Larraz, tercer arzobispo de Guatemala, en el siglo anterior, durante su visita a la arquidiócesis a su cargo,
efectuada de noviembre de 1768 hasta agosto de 1770.2 Pero no fue sino hasta 1832 cuando en El Salvador se decretó el primer Reglamento de Enseñanza Primaria. Para no perder de vista el contexto histórico, hay que recordar que en ese mismo año estalló, entre octubre y noviembre, la rebelión indígena de Anastasio Aquino, en la zona de Santiago
y San Juan Nonualco, en el actual departamento de La Paz. El 16 de febrero de 1841 se fundó la Universidad de El Salvador. Y un mes
después, el 15 de marzo, se creó la figura de Inspector General de Primeras Letras y la Junta de Instrucción Pública, ambas dependientes del Ministerio de Gobernación. Así mismo, se decretó que todo pueblo con al menos 150 habitantes debería contar con una escuela, y si no lo hacía, la municipalidad recibiría una multa de cien pesos. Veinte años más tarde, en 1861, se promulga un segundo Reglamento de Instrucción Pública que establece que cada población con 500 habitantes, como mínimo, debe contar con una escuela. El tercer Reglamento de Instrucción Pública se promulgó en 1873. Doce años después subió al poder el general Francisco Menéndez, presidente liberal que dio gran impulso a la educación, especialmente de las mujeres, con la fundación de varias escuelas normales. En 1887 llegó al país la llamada Misión
Colombiana que reformó la educación pública salvadoreña. Para entonces existían en nuestro país 800 escuelas públicas y 141 privadas, con un total de 30 mil alumnos.

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