Reseña

El libro de Roberto Valdés Valle sin duda vendrá a renovar la atención de los especialistas sobre los sucesos de 1931 y, particularmente, sobre la figura de Arturo Araujo, que suele ser presentado como una víctima y no como el principal agente del fracaso del débil experimento democrático
iniciado en 1927. Además, el presidente se puso al servicio de aquellos grupos económicos que siempre vieron a El Salvador y a su gente como un trampolín para acrecentar sus fortunas. No fue el golpe del 2 de diciembre, sino las acciones del propio Araujo las que erosionaron las promesas de la incipiente democracia y prestaron condiciones para la entronización del militarismo en el Estado y en la cultura salvadoreña.