El SalvadorEl Salvador
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ISBN 978-99961-2-970-4

Desarrollar una visión
reflexiones para la vida

Autor:Diaz Andino, Luis Ángel
Editorial:Diaz Andino, Luis Angel
Materia:Biografía Líderes, pensadores, trabajadores religiosos
Clasificación:Autobiografía: religiosa y espiritual
Público objetivo:General
Publicado:2024-11-26
Número de edición:1
Número de páginas:176
Tamaño:16x23cm.
Precio:$18
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Uno de los principios bíblicos más importantes que aprendemos en nuestro andar cristiano es que Dios es el Creador de todo y todo fue hecho por Él y para Él. Como Creador, también tiene un importante rol como diseñador del plan de nuestras vidas. Gracias a esta verdad sé que Él me diseñó y que Él pensó en mí para ser parte de sus planes. Él me asignó el potencial para una tarea específica que debía cumplir para Él en esta vida y en esta época. Por ello, puedo decir que nací para servirle a Él y solamente a Él. Nací para cumplir su propósito en mí y, para lograrlo, debo desmontar de mí el orgullo, egoísmo, temor y duda. La historia de mi vida es producto de una serie de gestiones que Dios hizo con mis antepasados. No tengo idea del proceso que Dios siguió para llegar al punto en que mis padres decidieran unirse y formar la familia Diaz-Andino. No tengo idea por qué Dios decidió que fuera el cuarto de los hijos de esta familia. Pero, lo que sí sé es que mientras mi mamá realizaba trabajo de parto, todo se complicó y nací asfixiado. Estaba muerto y Dios me regresó la vida. ¿Por qué? Pues, de eso se trata esta historia. A medida han pasado las décadas mi entendimiento del propósito de Dios, paso a paso, se ha ido clarificando. Mi experiencia con Dios ha sido la clave. Me ha permitido conocer lo que Dios quiere de mí en cada etapa, en cada década de mi vida y todo forma parte de un solo cuadro diseñado por Él. He tenido momentos en los que sentí que había perdido la ruta. En ellos he pedido en oración a Dios que me indique el camino y el proceso y, en cada ocasión que esto ha sucedido, Él ha sido fiel. Un primer evento fue en 1985. En oración le pregunté a Dios qué debía hacer con mi vida. En ese momento, vino a mí el deseo de levantarme, tomar la biblia y simplemente abrirla. Cuando lo hice, me encontré con el Salmo 37. Todo el Salmo era la respuesta que yo buscaba de Dios. Ese Salmo le dio sentido a mi vida y tomé decisiones cruciales que actualmente siguen dando fruto de manera multiplicada. Cada vez que lo necesito, regreso al Salmo 37 para reestablecer mi ruta en el propósito de Dios. Un segundo evento fue a finales de 1995. Tuve una experiencia que marcó el rumbo de las siguientes décadas. Estaba en mi pequeña casa, en Alpes Suizos 1, en Santa Tecla, y me metí entre la puerta y la pared de la casa. Como un niño afligido y solo, le pregunté a Dios qué quería de mí. Él me respondió hablando a mi conciencia: “Humíllate”, me dijo, y eso hice. Me postré, puse mi frente pegada al piso y le dije: “Señor, aquí estoy, dime lo que quieres que haga y lo haré”. Fue
hasta ese momento de mi vida en que entendí lo que significaba realmente el humillarse delante de Dios. Antes de eso, yo creía que entendía; pero no era así. Solo era un entendimiento intelectual. Este y muchos otros acontecimientos han sucedido en mi vida y cada uno ha
tenido una razón de ser. Puedo decir que Dios me ha pastoreado en cada
momento y me ha otorgado de su liderazgo para tomar decisiones correctas en los momentos críticos de mi vida. Por estas razones, y a manera de testimonio, quiero dejar por escrito la historia de mi vida para que mis descendientes lo lean y conozcan la historia de su papá, su
abuelo, su bisabuelo, su tatarabuelo... en fin, todas las generaciones venideras en mi familia. Quiero que tengan claro que la familia Diaz-Andino inició en Llano El Espino, área rural del municipio de Zacatecoluca, en El Salvador. Que cuando vean la calidad de vida que tienen, recuerden que la familia inicio en otras condiciones más adversas y que se comprometan con Dios a ser estrictamente fieles con sus diezmos y ofrendas, a servir a Dios y a los demás según las oportunidades de servicio que Dios les indique y de acuerdo al diseño que su Creador les ha dado. Es mi deseo y oración que mi descendencia se comprometa con el llamado de Dios para las demás generaciones y que cumplan lo que Él ha diseñado en su propósito para cada uno de ellos. Quiero que aprendan y se dediquen a conocerlo y a desarrollarlo. La vida en esta tierra es única y debemos vivirla intensamente sirviendo a Dios y a los demás, empezando con nuestra propia familia. Nunca
olvidemos que los abuelos y abuelas, padres y madres, hermanos y hermanas, tíos y tías, primos y primas... todos son únicos y deben trabajar la unidad de la familia a cualquier precio. Siempre, los viejos de cada generación deben trabajar por la unidad de la familia no solo con palabras, sino, sobre todo, con hechos. Esta es mi historia y espero que también a ustedes, queridos lectores, pueda dejarles muchas enseñanzas siempre basadas en la Palabra de Dios. Oro por cada una de sus familias y de sus generaciones para que también encuentren el
plan perfecto de Dios para sus vidas y puedan cumplirlo.

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